El poder curativo de los plantas en medicina
Desde sus orígenes, el hombre ha buscado alimento probando la mayor parte de los vegetales del entorno. Ciertas plantas se han revelado útiles para curar sus males. En un principio estos descubrimientos fueron meramente empíricos, aunque progresivamente llevaron al nacimiento de los llamados “ Jardines de plantas medicinales”.
Uno de los primeros fue el de Padua, en 1533, donde se enseñaba la descripción de un millar de plantas y sus aplicaciones. El primer catálogo sobre esas plantas fue publicado en 1592. Comprendía 1168 especies clasificadas por orden alfabético. Mattioli nos ha dejado numerosos libros, como los “Comentarios a Dioscórides”, publicado en 1544, ilustrando cada planta y describiendo sus propiedades farmacológicas. Posteriormente Alpino hizo un viaje de tres años a Egipto y Grecia, antes de ser profesor en la Universidad de Padua en 1594.
La constitución de herbarios ha hecho posible la conservación de especímenes de referencia. La planta seca más antigua conservada en el Muséum Nacional d´Historie Naturelle de París data de 1595. Doscientos años más tarde, Lamarck se benefició de toda esta ciencia elaborando su Dictionnaire de Botanique y sus complemente, la Illustration de Genres. Cada descripción de planta detalla sus propiedades medicinales, alimentarias o tóxicas. Lamarck dejó un herbario que contiene 19.000 plantas, actualmente conservadas en el Muséum. Observaciones siempre de actualidad, cuando se utiliza la planta entera, que desde esa época evidentemente no ha cambiado en su constitución química.
De la época de Padua a la de Lamarck el conocimiento científico de las plantas medicinales se extiende, poco a poco, de la región mediterránea al mundo entero. El estudio químico de las plantas medicinales comienza en la segunda mitad del siglo XIX. Ese estudio ha dado remedios capitales: quinina contra el paludismo, curares que inhiben el sistema nervioso permitiendo las intervenciones quirúrgicas indoloras, morfina, cocaína, etc.
Después de la segunda guerra mundial, el desarrollo de la química y de la industria pareció ponerle freno a la búsqueda de nuevas fuentes de medicamentos venidos del reino vegetal, aunque se puede citar el descubrimiento de antitumorales en 1950, en la pervinca de Madagascar y otro más reciente en el tejo. Es verdad que el aislamiento de una molécula y su producción permiten obtener una medicación fácilmente controlable, mientras que en una planta son numerosas las sustancias que interactúan. La cantidad de sustancias activas contenidas en una planta varía en función de las condiciones de su cultivo.
En 1753 Linneo atribuye un binomio por cada especie animal y vegetal. Desde entonces numerosas especies han sido descubiertas y descritas. La clasificación se apoya en la estructura de los órganos de reproducción que son la flor y el fruto. Cuantos más evolucionada está la planta, más los protegerá a ambos, limitando al mismo tiempo al máximo la pérdida de energía. La fecundación por cruzamiento, la polinización por medio de agentes cada vez más sofisticados, el viento y luego insectos más y más especializados, pájaros y mamíferos va a desembocar, desde las monocotiledóneas, a la familia de las Orquídeas, mientras que desde las dicotiledóneas lleva a la familia de las Compuestas. Estas dos familias han conquistado el planeta por los polos hasta el Ecuador, y contienen un gran número de especies. Se estudia el conjunto de la planta o una parte ( raíz, corteza, semilla).
A menudo la composición química de una planta no es conocida más que por algunas moléculas ampliamente dominantes y fácilmente dosificables, como los alcaloides, la colchicina o la cafeína del café.
En la actualidad podemos encontrar un gran número de plantas a nuestra disposición, incluso ya procesadas, para su uso medicinal. Pese a la creencia de que lo natural no es peligroso se producen más envenenamientos por un mal uso de plantas medicinales que por el de medicamentos. La razón principal es que los herbolarios no están obligados a especificar la concentración de principios activos que tienen sus productos y, como diría Paracelso: «Todo es veneno, nada es sin veneno. Sólo la dosis hace el veneno«.
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Foto vía: BancodeImagenesMedicina
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