El cambio climático en el Mediterráneo
Recientemente el Dr. Millán Muñoz, director del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo impartió una conferencia en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, sobre el impacto del cambio climático en las áreas del litoral mediterráneo basado en datos estadísticos sobre las precipitaciones y temperaturas de los últimos 50 años en la zona.
Los datos que presentó fueron, desde luego, preocupantes. Una lectura rápida nos indicaría que en el interior se está produciendo un aumento de periodos secos, mientras que en el litoral sería al contrario, es decir, aumento de lluvias torrenciales. La explicación parece lógica dada la situación actual.
Según Millán Muñoz, quien causa estos efectos es el propio Mar Mediterráneo y la pérdida de vegetación en la costa, producto, entre otras cosas, de la cada vez mayor edificación. Además, las barreras montañosas que se levantan por todo el litoral mediterráneo, desde la Cordillera Bética hasta los Alpes actúan de barreras naturales impidiendo que la humedad que llega desde el mar entre en el interior. Por otro lado, la falta de vegetación ha hecho disminuir la evapotranspiración, con lo que la humedad no es la suficiente como para que la brisa marina que entra del Mediterráneo forme nubes con la altura suficiente que sobrepase las montañas, por lo que éstas la rebotan hacia la cuenca marítima.
La tasa de renovación del aire que fluctúa sobre el mar es de tres días y eso hace que el vapor de agua se concentre en la zona actuando como si se tratara de un invernadero. Al subir la temperatura, producto de la mayor humedad en la costa, se evapora más agua, y la humedad aumenta aún más en un ciclo periódico que al fin termina por producir abundantes precipitaciones en toda la línea costera. estas mayores lluvias aumentan la erosión en el terreno y, por lo tanto, también provoca un menor crecimiento de la vegetación, comenzando de nuevo un ciclo al disminuir aún más la evapotranspiración, lo que a su vez impide que se formen nubes con la altura suficiente como para traspasar las montañas.
Estaríamos, por lo tanto, según este estudio, es un escenario caótico, dentro de un bucle que indefectiblemente nos llevará a una mayor sequedad interior y a cada vez más frecuentes precipitaciones torrenciales en las ciudades costeras.