El calendario republicano frances
¿Alguna vez habéis leído «el mes de Brumario» referido a un suceso ocurrido durante los años de la Revolución Francesa? ¿o el mes de de Thermidor o el de Fructidor? Pues eso se debe a que desde el 5 de octubre de 1793, y hasta el 1 de enero de 1806, en Francia rigió un calendario distinto al que estamos habituados. Fue el conocido como calendario republicano francés.
Tras la Revolución Francesa de 1789, uno de los acuerdos a que se llegaron fue el de derogar el calendario gregoriano existente. Se pretendía así eliminar todo rastro religioso de la sociedad francesa y para ello debían partir desde la misma base, quitando las referencias cristianas del calendario.
Era este calendario republicano francés un tanto particular pues rediseñaba todo el calendario oficial. Comenzaban sus particularidades en que el comienzo del año era el 22 de septiembre, aprovechando el equinoccio de otoño para hacerlo coincidir con la proclamación de la Constitución del año 1792. Ese era el día 1 y partir de ahí se fueron renumerando los restantes días y años, utilizando para ello la notación romana, mucho más lógica para ellos.
Pero los cambios no se quedaban ahí ya que hicieron desaparecer las semanas, e incluso en vez de hacer la partición de 7 en 7 días (lunes a domingo) repartieron el mes en tres «décadas» de 10 días cada uno. No se complicaron con los nombres de los días y dejaron de llamarse lunes, martes, miércoles, etc. para pasar a llamarse «primidi», «duodi», «tridi», «quartidi», «quintidi»… y así hasta llegar al «décadi». Surgió así un problema que con su particular sistema era fácil de arreglar.
Resultó que 3 décadas de 10 días cada uno, por 12 meses, eran 360 días, por lo que sobraban 5 días sin nombrar (ó 6 en los años bisiestos). La solución estuvo en colocarlos como fiestas cada una con su propio nombre, de modo que nacieron las Fiestas de la Virtud, la del Talento, la del Trabajo, la de la Opinión, la de las Recompensas y la sexta fiesta, que aparecía cada cuatro años, era la Fiesta de la Revolución.
Quedaba por renombrar los meses. Éstos no coincidían con los meses del calendario gregoriano ya que se empezaba a contar desde el mes de septiembre. Para los nombres de los meses se tomaron referencia de algunos fenómenos naturales así como de términos agrícolas, y se agruparon en cuatro grupos, de modo que los de cada grupo tuvieran una terminación similar. Fueron éstos:
Otoño (que terminan en aire): Vendemiaire (desde el 22 de septiembre al 22 de octubre); Brumaire y Frimaire.
Invierno (terminan en -ose): nivose, pluviose, ventose
Primavera (terminan en -al): germinal, floreal, prairal
Verano (terminados en -idor): messidor, thermidor y fructidor.
Finalmente y para hacer desaparecer a todos los santos del calendario, cada día fue asignado a un animal, planta o herramienta distinto de modo que por ejemplo, el 25 de octubre en el calendario republicano francés, sería el día 3 de Brumario, día de la pera.
Este calendario nunca tuvo éxito en el pueblo francés, acostumbrados como estaban ya a la antigua nominación. Y fue Napoleón Bonaparte el que derogó este nuevo calendario el día 1 de enero de 1806, aunque también lo hizo como signo de su poder, ya que pretendía hacer desaparecer cualquier invento o recuerdo de la democracia republicana, y él se había autoproclamado Emperador en diciembre de 1804.