Los aceleradores de partículas y sus peligros
¿Es posible que un experimento de los que se realizan con los llamados aceleradores de partículas produzca un agujero negro que acabe con todo?… Esa es un pregunta que ha pasado por la cabeza de muchos de nosotros alguna vez.
¿Pero, qué son los aceleradores de partículas?… Dicho de forma muy burda los aceleradores de partículas son largos tubos con imanes que pueden hacer que algunos átomos viajen a velocidades cercanas a las de la luz. Luego, lo que se hace es que estos átomos choquen entre sí, momento que se aprovecha para estudiara las partículas más elementales que los componen y que son liberadas al colisionar los átomos.
Este tipo de estudio es clave para desentrañar la composición de la materia y a su vez el origen del universo. Porque, como se sabe, la fuerzas que rigen el comportamiento de los átomos son las mismas que las que mueven a las estrellas. Lo preocupante es que las correspondencias entre el microcosmos y el macrocosmos no son sólo cualitativas, también cuantitativas, y estos experimentos en los aceleradores de partículas, pueden llegar a liberar enormes cantidades de energía. Cantidades imposibles de manejar y que podrían desencadenar desastres de dimensiones colosales.
El riesgos más conocido, y curiosamente el que preocupa menos a los científico, es la creación de un agujero negro, agujero negro que absorbería todo lo que está a su alrededor y que terminaría con la vida, la materia y la energía que hay en la Tierra y en varios millones de kilómetros a la redonda.
Ahora bien, al parecer esta posibilidad no es tan arriesgada ya que el agujero negro que se crearía en un accidente en un acelerador de partículas sería uno de pequeño tamaño, que, a diferencia de lo que sucede con los agujeros negros de gran tamaño, tienden a desaparecer por sí solos.
Otra posibilidad catastrófica es que se cree materia extraña, esto es, una forma de materia constituida por los quarks (las partículas que hay en los protones y los neutrones) denominados “extraño”. Lo peculiar de esta «materia extraña» es que podría poseer la capacidad de contagiar a toda la materia circundante (el planeta entero) y transformarla a su vez también en materia extraña.
Existe una tercera posibilidad, aun más inquietante, que se basa en la poco probable teoría de que el universo puede cambiar de estado. De forma similar a lo que ocurre con el agua que se trasforma en hielo o en vapor, el universo podría transformarse en “otra cosa” si algo (como las grandes energías que se liberan en los aceleradores de partículas) lo indujera a ello.
Como se ve, todas estas posibilidades se basan en teorías, teorías discutidas, rechazadas, poco probables y a veces de dudosas demostración. A su vez, la probabilidad de que ocurra algo así es de una en billones.
Pero por más remotas que sean las probabilidades de que esto ocurra, la sola posibilidad de que en un instante todo desaparezca, que un agujero negro nos envuelva, todo se transforme en materia extraña, o el universo cambie de estado, es más que suficiente para quitarle el sueño a más de uno…
A todos nos preocupa que los científicos jueguen con cosas que no pueden manejar, y aunque nos demos cuenta que esta preocupación esté arraigada sobre todo en que lo que para los científicos es familiar y cotidiano (las partículas, las teorías sobre el universo, la energía en cantidades astronómicas), para nosotros es algo de difícil compresión, el miedo a un error fatal no desaparece.
Por más remota que sea, la posibilidad de un desastre existe, y cuando se trata de la destrucción del universo, ninguna precaución resultará suficiente.