Bernard Palissy, el alquimista más excéntrico

Bernard Palissy

¿Sabéis quién fue Bernard Palissy? En este blog os traemos, de cuando en vez, los ejemplares más destacados de su género en algún aspecto: el animal más listo, el hombre más alto, la casa más pequeña… Visto así, podríamos definir a Bernard Palissy (1510-1589) como el hombre más excéntrico, por no decir loco, del siglo XVI. También, sin embargo, una de las figuras más fascinantes.

Y eso que el siglo XVI no fue pobre en personajes extraordinarios. De aquella, la división del trabajo estaba todavía en ciernes. Recordad aquella cantinela del hombre renacentista, que era ya pintor, ya artesano, ya científico, ya filósofo. En la pirotecnia de talentos que alentó el siglo, Palissy fue, literalmente, el mayor pirotécnico.

Así lo creyó su propia familia, su mujer, sus hijos. Veréis, Palissy era el hombre que quemaba sus muebles y sus bienes para cocer formas de cerámica. Su perfil nos recuerda al de Balthazar Cläes (personaje de una novela de Balzac), honrado padre de familia y respetado ciudadano de linaje noble quien, absorbido por la pasión de la alquimia, consumió inútilmente el patrimonio familiar en la búsqueda de la fórmula del Absoluto.

También Palissy era en el fondo un «alquimista», en sentido amplio, como tantos otros en su época. Como lo serían todavía nombres ilustres que figuran en los libros de historia de la ciencia: Kepler, Newton… mientras el nombre de Palissy languidece en el desván del olvido.

Su «locura» comenzó al ser testigo, en Faena, de una copa con esmalte blanco. Aquello fue una visión en toda regla: lo marcaría para siempre. El esmalte era tan bello que «desde entonces…me he entregado a [su] búsqueda desesperada, como un hombre que avanza a tientas por las tinieblas». ¡Exaltado poeta…!

Por búsqueda desesperada entiéndase: mobiliario incendiado, columnas de humo, hornos que explotan, los niños que chillan, la mujer que recorre las calles desesperada, los vecinos que lo sujetan…así una y otra vez, durante más de diez años. Pero, ah, Palissy no buscaba el Absoluto, sino una cerámica pura, pero muy concreta, que en Francia sólo se conocía por las importaciones italianas. No sabía el secreto de las fórmulas pero «a tientas» lo consiguió.

Y cuando la diosa fortuna le entrega el secreto del esmalte ¿qué no sentiría el loco bueno, el genio exaltado de Palissy?  «La impresión de renacer en una nueva existencia» dice. No sólo eso, sino que es reconocido. Lo llaman de la Corte, los excesos del pasado le son perdonados, tiene trato con el rey…pero un temperamento como el de Bernard Palissy no podía estarse quieto.

La víspera de la masacre de San Bartolomé tiene la bizarra idea de convertirse al credo protestante. Sólo las más poderosas influencias evitan su condena a muerte, aunque no su reclusión en una oscura mazmorra de la Bastilla, de la que no lo sacaría ni siquiera la visita del rey Enrique III. Oh mores, oh tempora…!

¿Por qué en la escuela nos castigan con la supresión de esta figura, compleja y extraña pero a la vez tan característica del Renacimiento? Bernard Palissy no sólo creó una cerámica primorosa. De ilimitada curiosidad, fue un precursor de la cristalografía y, entre otras cosas, investigó los fósiles que sagazmente considera restos de especies «ya extinguidas» (algo absolutamente original en su tiempo).

Los curiosos del mundo, ahora, rendimos tributo a tan curioso personaje. Y es que, como dejó escrito Kierkegaard, quien se pierde en su pasión ha perdido menos que quien pierde su pasión. ¡Chapó!.

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1 comentario

  1. José Manuel Echevarría dice:

    Aunque su faceta de naturalista es mucho menos conocida que la de ceramista, lo cierto es que Palissy destacó por ella. Al abrigo protector de la reina Catalina, y tras la publicación de sus «Discursos Admirables» (1575), Palissy convocó en París las que pueden considerarse como primeras jornadas sobre historia natural celebradas jamás en el mundo post-clásico. Allí afirmó públicamennte, contradiciendo al mismísimo Aristóteles, que los fósiles eran restos de seres vivos muertos en el pasado, equiparándose en esto a Leonardo da Vinci, a Fracastoro, a Fabio Colonna y a George Bauer (Georgius Agricola). Tambíén proclamó que parte de Francia había estado en el pasado sumergida bajo el mar, lo que ya era abiertamente herético. En cierta medida, Palissy se convirtió en mártir de la Paleontología al morir de inanición en la Bastilla años después, y justo es reconocérselo. Las ranas, serpientes, hojas e insectos de sus platos y fuentes de cerámica no están ahí por casualidad.

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