Teorías sobre origen de la Luna

Luna y Tierra

Hay grandes parejas que han hecho historia: don Quijote y Sancho, Watson y Sherlock, el Gordo y el Flaco, Mortadelo y Filemón, Martes y Trece, Faemino y Cansado, Tintín y Milú, Ásterix y Obelix, Cástor y Pólux, el Dúo Dinámico… Tampoco se entendería ya la Tierra sin su inseparable compañera: la Luna. Excusa de locos, astrónomos, hombres lobo o poetas, es difícil imaginar la angustia que sentiríamos todos nosotros si un día desapareciese.

Tranquilos, eso no sucederá (lagarto, lagarto). Ahora bien, esta cosa tan nuestra que es la Luna, ¿cómo diablos llegó hasta ahí? ¿cuál es su origen? Estamos tan acostumbrados a darla por supuesto que ni siquiera nos hacemos este tipo de preguntas. Sin embargo, la formación de nuestro satélite es una cuestión que los astrónomos llevan siglos discutiendo.

Hay distintas teorías. Nos gusta especialmente la que se suele llamar teoría de la captura, aunque de la seducción nos parece más apropiado. Ya sabéis que el universo es una especie de macrodiscoteca, con sus setenteras luces de neón y sus atracciones y repulsiones entre astros y planetas.

Y si en una discoteca anda mucho pollo suelto deseando dejar de serlo, así también la Tierra, que tal vez se sentía un poco triste en medio de las soledades cósmicas (al cabo el resto de planetas nos queda un poco a desmano), no dudó echar el lazo gravitatorio a un cuerpo celeste que, al parecer, era un bombón, estableciendo quizá la primera relación lésbica de la astronomía.

Esta teoría es compatible con las diferencias de composición entre Tierra y Luna pero se enfrenta a la gran dificultad de explicar cómo sucedió dicha captura. Todos sabemos lo difícil que es ligar por la noche en ausencia de alcohol y, por lo que sabemos, la Luna no bebe. Así que la teoría de la captura se parece demasiado a las fantasías que nos relatan nuestros amigos acerca de sus grandiosas conquistas de sábado noche…

Otra teoría es la de la escisión en una Tierra en formación, llamada a veces de la fisión. Recurre a la hipótesis de una Tierra primitiva, todavía en formación, a temperaturas muy elevadas y afectada por una velocidad de rotación mayor a la actual. Sin embargo, esta teoría hoy no goza de demasiada popularidad.

La tercera teoría a tener en cuenta, la última en llegar, es la que cuenta con más adeptos. Se trata de la teoría por colisión o teoría de la gran salpicadura (maravilloso y ambiguo nombre). Defiende la idea de que un gran cuerpo astronómico chocaría contra la Tierra al poco de formarse ésta pero, en todo caso, después de que la mayor parte de los materiales pesados se hubieran hundido en el centro.

La consecuencia del choque haría saltar gran cantidad de materia de las capas superiores de la Tierra, que llegarían a situarse en órbita. Esa materia acabaría juntándose y dando lugar a nuestro querido satélite. La teoría aportaría así una explicación psicológica de por qué nos atrae tanto la Luna: en el fondo, no es sino un trozo de nosotros mismos, algo que nos arrancó el azar catastrófico en la noche de los tiempos, lo que contemplamos cada vez que miramos al cielo. Ay Luna, ahora comprendemos la razón de tu melancólico, lorquiano, rostro…

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1 comentario

  1. nicolas dice:

    muchas gracias por la informaion dada
    les agradesco pero no encuentro el
    im pacto gigante.

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