Cuerdas para instrumentos musicales
Hasta la llegada de las cuerdas de metal para instrumentos musicales, los materiales más utilizados para su fabricación eran las crines de caballo, que aun hoy se usan en arcos de violín, y las tripas de cordero o también las de carnero.
Para la fabricación de cuerdas de tripa se sigue un trabajoso proceso: se lavan, se prensan bien (para quitar la suciedad) y se dejan macerar en un caldero. Luego se descarnan y se les quita la grasa usando una uña de metal y dándoles baños de ceniza gravelada (carbonato de potasa que se obtiene de los residuos del vino). Después se trenzan y se dejan en tensión unos días, mientras se le quita el resto de impurezas frotando una cuerda de cerdas untada en jabón negro y, finalmente, se blanquean con agua oxigenada a 34cº.
Hay que tener especial cuidado en este proceso con la acidez de los lavados y con la temperatura del macerado, pues las cuerdas podrían quedar tan blandas que no se puedan afinar o tan rígidas que no soporten la tensión necesaria.
Actualmente las cuerdas fabricadas con tripa son cada vez menos frecuentes (para tranquilidad de los animales) y se recubren de metal para su protección, ya que son muy sensibles a los cambios de temperatura, tanto que se utilizan para hacer higrómetros artesanales. Por otra parte, poseen un sonido y unos armónicos muy característicos.
Actualmente (desde 1955) usamos como estándar la frecuencia de 440 Hz en La o dicho de otra forma, la tecla La central de un piano debe vibrar 440 veces por segundo (hecho que se puede comprobar con un diapasón).
Antes de esta unificación, la frecuencia para afinar podía variar desde 380 Hz hasta los 480 Hz en función de la época o incluso del país (como demuestran antiguos diapasones), tensiones que no todas las cuerdas podían soportar. Hoy se usan cuerdas de nylon y de metal, más duraderas, resistentes y sobre todo fáciles de confeccionar.
Foto vía: relojes.crearforo