El descubrimiento de la radiación

Radiacion

La ciencia tiene su método, muy estructurado y bien funcional. Sin embargo, la casualidad -aquello que escapa de todo cálculo- ha jugado un papel determinante en la historia del conocimiento. Hay muchísimos avances que llegaron sin premeditar un solo número. Surgieron. Y ya. A estas casualidades se las llama serendipias. Hay ejemplos interesantísimos, como el descubrimiento de la radiación, pilar fundamental del desarrollo energético en el mundo contemporáneo.

El científico Henri Becquerel (1852 – 1908) abrió las puertas hacia la denominada Era atómica y nuclear luego de un suceso curioso. Él sostenía que ciertas sustancias que presentaban fosforescencia a la luz visible, por acción de esa misma luz, podían emitir una radiación penetrante similar a los rayos X, capaz, por ejemplo, de alterar una película fotográfica a través de un cuerpo opaco. La teoría resultó incorrecta, pero aún así abrió las puertas hacia nuevos horizontes.

El científico utilizó un compuesto de uranio; previamente envolvió una placa fotográfica en papel negro. Colocó el compuesto sobre la placa envuelta y expuso el conjunto a la luz del día. Al revelar la placa fotográfica, apareció una imagen en contraste del cristal de uranio. Al parecer había funcionado, entonces lo tomó como una confirmación a su hipótesis.

De todos modos, no dio por terminada la experiencia. Al día siguiente quiso continuar con sus investigaciones, pero la ciudad de París amaneció cubierta por negrísimos nubarrones: fueron tres días de lluvias intensas. Becquerel consideraba que la luz del sol era un factor necesario para el experimento, entonces guardó todos los elementos en un cajón. Las placas envueltas y el uranio. Una semana más tarde, una vez que el clima se había tranquilizado, descubrió que las placas guardadas se habían velado sin mediación del sol. Estaban completamente blancas, como si se hubieran expuesto al sol pleno.

Becquerel esbozó, ahora sí, la conclusión correcta: el uranio produce radiaciones propias y espontáneas independientemente de una exposición previa a la radiación solar. O lo que es lo mismo: el uranio es productor de radiactividad.

El hallazgo llevó a Pierre y Marie Curie a investigar el polonio y el radio. En 1903 recibieron el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de la radiactividad natural.

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2 comentarios

  1. Gustavo Chasi dice:

    me parese muy bien la información

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