Cómo nació el baloncesto

A pesar de que, junto con el baseball y el fútbol americano, el baloncesto es el deporte más popular en EEUU, no fue un norteamericano quien ideó este juego, sino un canadiense: James Naismith, profesor de gimnasia en la escuela para trabajadores cristianos de Springfield (Massachusetts).

Uno de los grupos a los que Naismith daba clase era bastante revoltoso y los profesores a duras penas podían controlar a aquellos alumnos. Fue entonces cuando Naismith pensó que tenía que encontrar algo que uniese a los chicos, captase su atención y permitiera tenerlos bajo control. Además, tenía que ser un juego que se pudiese practicar a puerta cerrada, en un gimnasio, debido a la crudeza de los inviernos de Massachusetts.

Después de darle muchas vueltas al asunto, al fin el profesor dio con la idea que tanto ansiaba. Recordando un antiguo juego de su infancia, el «duck-on-a-rock» o «Pato en la roca» (se trataba de alcanzar un objeto colocado sobre una roca lanzándole una piedra), se dio cuenta de que lo que necesitaba era un deporte que requiriese más destreza que fuerza y donde no hubiese contacto físico (con el fin de evitar peleas entre aquel grupo de traviesos jóvenes).

Cogió un balón de fútbol, dos cestos para melocotones y dividió a los alumnos en dos grupos de nueve jugadores. Colocó los cestos en las barandillas de la galería superior que rodeaba el gimnasio, barandillas que estaban a una altura de 3,05 metros, la misma altura a la que siguen estando los aros hoy en día y dispuso a los chicos en dos equipos de nueve jugadores cada uno.

Naismith explicó a los alumnos las sencillas reglas que había ideado para este nuevo juego: los chicos tenían que pasarse la pelota, que no podía botar ni tocar el suelo, e intentar marcar un tanto «colándola» en dicha cesta. Así, el baloncesto en sus orígenes consistía solamente en pasar y coger la pelota.

En un principio, se pensó en llamar a este nuevo deporte «Naismith-ball», nombre que el propio creador rechazó. No se devanaron los sesos en exceso para encontrar un nombre alternativo: si tenían un balón y un cesto… pues, ¡baloncesto!

Foto vía: Coach’s Corner