La cara positiva del número 13

El número 13 ha sido tan denostado, vilipendiado, maldecido y maltratado durante siglos, que ha llegado a convertirse en injusto portador de la mala suerte. Con tan sólo oír su nombre, los dedos se cruzan, los pelos se ponen de punta y se vierten cantidades ingentes de sal por detrás de los hombros, a ser posible de ambos a la vez.
En muchos hoteles de Estados Unidos no existe el piso decimotercero (se lo saltan directamente), las agencias de viajes aconsejan no embarcarse ni viajar un martes 13, por no hablar ya de la elección del día para casarse. Los viernes 13 son los días favoritos del entrañable Freddy Krueger, ese señor que jamás se ha hecho una limpieza de cutis ni la manicura y que se dedica a destripar a todo al que se le ponga por delante. Menos mal que el resto de la semana se la toma libre…
¿Por qué se considera que el número 13 da mala suerte?
Pues la respuesta está justo en la aparición de las primeras sociedades patriarcales, cuyos fundadores se encargaron de borrar de la faz de la tierra cualquier resto de todo aquello que representaba el lado femenino de la divinidad.
El 13 era un número afortunado y benéfico para el Paganismo, hasta que llegó el Cristianismo. Este último se encargó de demonizarlo en su lucha contra todas aquellas creencias que no fueran las suyas propias.
Tenemos, por ejemplo, el caso de la diosa nórdica del amor y la fertilidad Freya, cuyo día de culto era el viernes. De hecho, el nombre «friday» (viernes en inglés), tiene su origen en esa deidad, también conocida como Frigg.
En las sociedades pre-cristianas, el viernes era un día muy propicio para el matrimonio precisamente por su asociación con Freya. Pero cuando estos pueblos se convirtieron al cristianismo, la diosa del amor y la fertilidad fue «desterrada» y convertida en bruja. Así, también el viernes pasó a ser una día maldito, asociado al pecado porque, según las nuevas creencias, era el día elegido por el demonio para celebrar los aquelarres junto a sus fieles servidoras las brujas.
La parte buena del número 13
Ciertamente el número trece era el preferido del mundo de lo oculto y considerado el que representaba a las brujas. Pero no por ningún motivo malvado ni perverso. Las energías que forman parte del 13 se componen de la fuerza y voluntad original ( el 1), y la creatividad mental y física (el 3). Estos dígitos simbolizaban el poder y los elementos que les eran otorgados para actuar en el mundo.
Asimismo, el 13 posee una connotación sagrada en la Wicca. Sus miembros honran a la Luna porque sus ciclos, así como los ciclos menstruales, ocurren alrededor de trece veces al año. Como es la Gran Madre, el centro de todo y en torno a la cual todo gira, la sangre menstrual también es sagrada.
En el Tarot, el número 13 lo lleva la carta de La Muerte, arcano que representa la muerte simbólica, la transición y el cambio, un final y un comienzo, se acaba un ciclo y otro nuevo empieza. La runa decimotercera posee el mismo mensaje. Y el decimotercer escalón del viaje de las almas del antiguo Egipto era la meta para el descanso eterno.
En realidad, si conectamos con la verdadera esencia del numero 13, podremos llegar a percibir en él una energía capaz de transformarnos. Este número es capaz de ofrecernos una nueva y renovada visión de la vida, si dejamos de temerlo.